Fue una visita que solo pensábamos realizar como diversión y en la que no pensamos en ningún momento como algo que nos dejaría asombrados, pero lo cierto es que nos solo consiguió asombrarnos, sino que también nos dio la oportunidad de conocer una historia muy interesante de Rumanía.
El Castillo de Bran resulta ser una visita que aconsejamos si nos dejamos caer por esta parte de Europa, pues en él encontraremos un grandioso museo de historia y arte feudal, así como, y nos es broma, un ambiente un poco extraño, seguramente autosugestionado, por todas las historias y leyendas que se cuentan sobre su antiguo dueño, el príncipe Vlad Tepes.
El llegar al Castillo de Bran se hace por una carretera antigua, y ya desde abajo se divisa el edificio, que a mi modo de ver, resulta ser desde fuera todo un espectáculo que hace que la imaginación se dispare. Luego, una vez dentro, ya la cosa cambia, pues la visita nos hizo recorrer todas las estancias y los salones, y ya ahí cada uno puede ponerle el grado de imaginación necesarios para que resulte más o menos entretenida.
En fin, lo cierto es que nos gustó mucho, y llegar a la altísima torre es para poder admirar un impresionante paisaje de todo el lugar. Los patios interiores son fantásticos, aunque no vamos a desvelar algunos aspectos de los mismos que valen la pena ser descubiertos sin previo aviso, y las escaleras de caracol estrechas y empinadas nos abrieron paso a habitaciones y estancias llenas de lujos con una decoración que casi casi nos transportaba a otra época.
En realidad, es una visita que vale la pena en todos los sentidos, y desde luego eso se nota por la gran cantidad de turistas que nos encontramos a nuestro paso, pero aún así resultó ser una experiencia diferente, aunque si lo que se espera es ver cosas relacionadas con Drácula, lo cierto es que no encontraremos ninguna, por eso justamente insisto en que es la imaginación de cada uno la que juega a la hora de hacer este recorrido por el castillo más divertido y entretenido, o simplemente una visita donde conocer gran parte de la historia de un país, que no es poco.